Mar, 09/06/2020 - 10:58

La innovación, una respuesta a las emociones

Foto de dos niñas tocando un cerebro de plastilina

Hoy es un día para aprender fuera de casa. La invitación es que recorramos juntos, imaginariamente, la sala de un museo en la que están expuestas las líneas de tiempo de las diferentes civilizaciones humanas. Al avanzar en el recorrido, podemos ver con frecuencia puntos rojos que señalan hitos: grandes descubrimientos, cambios disruptivos en paradigmas sociales, económicos y culturales.

Si hacemos zoom a ese inmenso tablero táctil, encontraremos un elemento común que circunda esos hitos: caos, manifestado en incertidumbre y esta, a su vez, convertida en motor de aprendizaje para crear o rediseñar posibilidades de adaptación y de relacionamiento con el entorno; nuevas comprensiones y nuevas prioridades.

Lo que resulta nuevo, hito tras hito, no es el qué - la necesidad de innovar-, sino el cómo -las interacciones, las tendencias, las herramientas y las formas de transferencia del nuevo aprendizaje.

Si volvemos al zoom de nuestro recorrido y tratamos de adentrarnos en el contexto histórico de esos momentos ‘eureka’, para comprender esas incertidumbres, resulta inevitable conectar con lo que hay detrás: emociones de diferentes matices manifestadas en necesidades, como, por ejemplo, la de combatir enfermedades para prolongar la vida propia y la de los seres que amamos, a fin de evitar la tristeza, la ira o el miedo que nos genera la muerte, pero sobre todo la sensación de pérdida y de impotencia.

En respuesta, en nuestra línea de tiempo podemos encontrar cómo, a través de la transferencia de conocimiento científico e incluso de los saberes ancestrales, se han desarrollado instrumentos para analizar síntomas y, a partir de ellos, predecir y prevenir patologías mediante medicamentos, vacunas, terapias alternativas, tratamientos, propuestas paliativas, etc.

Y así podría continuar una larga lista de necesidades que han dado lugar a la innovación, que como ya es evidente en este punto, no es una palabra de moda, sino el hilo conductor de nuestra línea de tiempo. Si lo pensamos, innovar es la esencia de la naturaleza humana.

Desde este contexto, entonces, ¿por qué es importante entender las emociones? Porque la innovación son las personas, y las personas somos esencialmente seres emotivos.

Miguel Barrero, Director General de Investigación y Desarrollo del Grupo Santillana, plantea que resolver los problemas que enfrentamos globalmente requiere mucha inteligencia y altos conocimientos, pero también el desarrollo de habilidades y valores que no siempre han estado en el foco principal de la educación.

Por una parte, contamos con expertos que trabajan en el campo de las metodologías activas; por otro, abordamos las grandes claves, las grandes inquietudes y los avances en Neuroeducación.
En ambos casos, las personas están en el centro de ambos enfoques, especialmente nuestros estudiantes, pero ¿conocemos a nuestros estudiantes?, ¿somos capaces de anticipar qué expectativas tienen?, ¿cómo va a ser su mundo?, ¿cuáles son sus necesidades de aprendizaje y de crecimiento personal?”

¿Cómo incluir las emociones como aliadas de la innovación educativa?

Desde el laboratorio de Santillana, por citar uno de muchos, se está trabajando en la creación de currículos globales de contenidos, de habilidades y de destrezas cognitivas, conductuales y emocionales, que permitan desarrollar soluciones de aprendizaje que se adapten de forma dinámica y personalizada a las distintas fases de evolución cognitiva de los estudiantes.

imagen de un hombre y una mujer acostados en el piso, boca arriba y una ilustración de un globo de pensamientos compartidos, son manchas de colores

Para Barrero “estas generaciones necesitan más que nunca trabajar, desarrollar, evolucionar y gestionar sus emociones. La incertidumbre, la velocidad, los nuevos modelos de relaciones, una realidad global y local, etc., hacen que su realidad, su vida, su profesión necesiten de una capacidad cada vez más sofisticada para gestionar lo que sienten.”

Cerramos este artículo con un pensamiento sabio del llamado ‘profesor Amor’, Howard G. Hendrick: “la enseñanza que deja huella no es la que se hace de cabeza a cabeza, sino de corazón a corazón.”

Fuentes de contenido:

https://rutamaestra.santillana.com.co/edicion-25/editorial-25/

https://qz.com/1343503/a-new-study-from-yale-scientists-shows-how-uncertainty-helps-us-learn/

 Imagen de portada tomada de https://qz.com/1343503/a-new-study-from-yale-scientists-shows-how-uncertainty-helps-us-learn/

Imagen de contexto tomada de http://knowledgeworks.cl/2016/05/27/innovacion-parte-de-la-naturaleza-humana/