Mié, 13/05/2020 - 16:46

Profesores en cuarentena

Ilustración de un adulto leyendo a unos niños desde la ventana de su casa.

Autor: Juan M. Núñez. Experto en innovación educativa.

No salen de casa, no usan mascarillas, no tienen especial contacto con el virus y no se les aplaude por las tardes, pero son también parte de la primera línea de batalla en esta guerra que estamos librando entre todos.

Son los profesores y profesoras, los maestros, maestras y docentes en cuarentena, estrujándose la sesera cada día para llegar a sus alumnos, para acompañarles y estructurar en la medida de lo posible sus hábitos y sus tareas, y avanzar además en el desarrollo de las competencias y los contenidos establecidos. Y por qué no decirlo, ayudándonos a todos con la logística y la conciliación familiar.

Y en este contexto de contingencia absoluta en el que estamos, los docentes se enfrentan a algunos retos sobre los que es importante poner el foco, pensando en solucionar la situación hoy y en sacar aprendizajes que nos permitan mejorar la educación de mañana.

El primero, el reto de la coherencia educativa, es decir, el de seguir siendo fieles al Proyecto Educativo y al “perfil de alumno” en el que creen y por el que trabajaban hasta hace bien poco presencialmente día a día. La escuela no puede permitirse el lujo de desenfocarse y menos en estos momentos. Debemos ver esta situación como una oportunidad e intentar fomentar en nuestro alumnado la autonomía, las motivaciones intrínsecas y los hábitos de trabajo o aprovechar para ahondar en la solidaridad, el encuentro o el cuidado de nuestros mayores.

La reflexión pedagógica es el segundo de los retos y bajo este epígrafe, algunos temas pendientes desde hace tiempo y que cobran ahora especial relevancia y otros que aparecen nuevos, sobrevenidos. Fundamentalmente la necesidad de reflexionar sobre el “qué quiero enseñar” antes de decidir el “cómo” o el “con qué”(…) A corto y medio plazo, parte de la respuesta a este reto pasa por mantener un alto nivel de coordinación y planificación docente tanto horizontal (para no saturar a nuestros alumnos con tareas en casa y poner el foco en lo realmente importante) como vertical (entre cursos y etapas o con el equipo directivo), entendiendo que ahora una casa con niños en distintas etapas es una casa que necesita coordinar equipamientos, horas y momentos de acceso, realización de tareas y logística familiar.

El tercer gran reto es de la equidad, el de entender que no todos los alumnos ni todas las familias tienen los mismos recursos en casa (conectividad, ordenadores u otros dispositivos, capacidad de dar seguimiento a las tareas, etc.

Y pensando en no dejar a nadie atrás, en entender a cada uno, aparece otro gran reto, el de la atención a la diversidad propiamente dicha; a la diversidad de capacidades e intereses de nuestros alumnos, sea por sus dificultades de aprendizaje, sea por las circunstancias puntuales que les está tocando vivir a muchos de ellos. La tecnología nos ofrece nuevas posibilidades de personalización del aprendizaje y esta situación que vivimos nos está dando muchas lecciones a este respecto.

Finalmente, y unido a todo lo anterior, el reto metodológico, el del mantener la atención, la motivación y el esfuerzo de nuestros alumnos y alumnas; en los primeros días o semanas de confinamiento puede resultar útil (y quizá hasta beneficioso para niños y familias) conectarse asiduamente y generar dinámicas de contacto y trabajo recurrentes, pero esto no es sostenible en el tiempo, ni para los profesores ni para el alumnado y sus familias.

Se hace necesario orientar nuestro quehacer metodológico hacia modelos de aprendizaje más autónomos y autorregulados, basados en proyectos, retos, indagaciones o trabajo en equipo y hacerlo además en parte lejos de las pantallas. Acompañar más que instruir, provocar aprendizajes más que imponerlos.

Muchas cosas van a cambiar en el mundo de la educación después de esta etapa sin precedentes, y no me refiero a la mejora obvia de la competencia digital de nuestros docentes después de esta bofetada de digitalización que nos hemos llevado, o a la conclusión fácil de que muchos centros, docentes y alumnos no estaban preparados digital y pedagógicamente para afrontar este reto o a que necesitamos planes institucionales de digitalización…que también. Me refiero más bien a la necesidad de repensarnos definitivamente; ojalá estos momentos traigan a nuestra vuelta a las aulas una reflexión sobre los horarios, los agrupamientos, la presencialidad, la co-docencia o la organización del currículo, las tareas y la evaluación.

No vivimos momentos fáciles, pero todas las horas de trabajo que los docentes están dedicando a su alumnado no puede caer en saco roto.

Docente, a tu vocación yo apelo. No es una cuestión de competencia digital ni de edad o situación laboral, es una cuestión de ganas de seguir haciendo bien nuestro trabajo y de plantearnos qué de esto que estamos viviendo puede convertirse en permanente por positivo y qué de lo antiguo debemos desterrar definitivamente.

No podemos permitirnos el lujo de volver a las aulas y dejar que la rutina borre todas las necesidades, ideas y reflexiones detectadas y aparecidas en estos días de confinamiento y cambio impuesto.

Colaborador en Santillana y Socio en EIM OTB Educación.

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Fuente: Santillana

Imagen creada por Fernando Cobelo, como parte de la iniciativa de Naciones Unidas para ayudar a frenar la curva de la pandemia del COVID-19.